Un estudio de urbanismo maya revela claves sobre cómo las clases sociales se mezclaban en el periodo clásico
La cartografía láser desvela en las ruinas arqueológicas
escondidas en la selva cómo las élites construían edificios en las zonas
rurales cerca del campesinado
Por: Micaela Varela – 06/09/2025
En la inmensa selva que comparten México y Guatemala hay un
sin fin de secretos cubiertos por la vegetación, algunos de ellos verdaderos
tesoros arqueológicos sobre las civilizaciones mayas antiguas a los que todavía
no han podido acceder los arqueólogos. Gracias a la
tecnología de los escáneres LiDar (Light Detection and Ranging, por
sus siglas en inglés) se puede revelar parte de lo que ocultan los árboles bajo
sus copas en las zonas más remotas. El último hallazgo han sido varias
edificaciones que desvelan que las élites mayas que vivieron entre el 250 y el
900 d. C. se mezclaban con la población general, tanto en zonas urbanas como
rurales. Los investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia y la
Universidad de Tulane apuntan a que esta costumbre tan poco usual servía para
controlar el intercambio de recursos, las rutas de comercio y para vigilar los
trabajos agrícolas.
Las imágenes en las que se ha basado el estudio fueron
tomadas por una avioneta que sobrevoló las Tierras Bajas Mayas hace nueve años
y captó una extensión de 2.600 kilómetros cuadrados de selva espesa. Desde
arriba, solo se puede apreciar el manto verde que inunda la vista, sin embargo,
debajo están los restos de las antiguas civilizaciones que habitaban la zona,
todavía inexploradas. Los investigadores usaron esos mapas tridimensionales
para analizar los montículos que sobresalían en la sábana gris de los escaneos,
pequeñas montañas que hace cientos de años fueron casas, edificios, estructuras
para el campo, y que albergan las claves de entender cómo era la vida en
aquellos días.
Laura Gilabert, arquitecta e investigadora del Centro PEGASO
de la Universitat Politècnica de València (UPV), cuenta cómo planteó la
posibilidad de estudiar en detalle aquellos edificios a sus compañeros de
estudio, ver si estaban construidos con piedra o con materiales perecederos.
Los primeros, llamados edificios abovedados, son los que habitaban las
sociedades de más riqueza y estatus de las comunidades mayas, los segundos eran
más comunes para el campesinado que trabajaba la tierra. “La novedad es que clasificamos
cuáles eran de la élite y eran el 30% de la población total, lo que cuadra con
las teoríasantropológicas de la sociedad maya. Pero también vimos que no estaban
concentrados en los centros ceremoniales, como se piensa, sino que estaban
mezclados para supervisar el comercio y el intercambio de recursos económicos o
agrícolas”, detalla la investigadora.
El estudio también ha revelado que una gran parte de las
estructuras construidas en la zona se usaban para tareas agrícolas y de gestión
de agua. La civilización maya, que basaba su económica en la agricultura, era
muy consciente de la importancia de controlar los recursos hídricos y de la
tierra, ya que fueronazotados por varias sequías extremas que los empujaban a crisis
políticas y al colapso de sus sociedades. Gilabert detalla que, además de casas
construidas con piedras y materiales perecederos, encontraron calzadas, aguadas
y terrazas agrícolas. “Se ha visto que muchísima más superficie de la pensada
estaba preparada para la agricultura, perfectamente cultivada. Era un paisaje
mucho más antropizado y modificado por la mano humana”, dice con entusiasmo
sobre los hallazgos que arrojan luz sobre la forma de vida maya. “Era una
sociedad política mucho más organizada de lo que pensábamos”, añade.
Han pasado más de mil años desde el fin del esplendoroso
periodo clásico maya, sin embargo, los investigadores no cesan de descubrir
pinceladas que dan pistas sobre cómo construían estos pueblos y cómo
interactuaban entre sí gracias a esos asentamientos antiguos. En México se
descubrió hace cuatro años 500 construcciones mesoamericanas que hasta entonces
habían permanecido desconocidas. Dos años antes, en 2019, se hallaron con la
misma tecnología los restos de una enorme red de canales de transporte y campos
de cultivo formando una retícula que construyeron los mayas en Belice. El
último descubrimiento fue el hallazgode una ciudad que fue altamente poblada en su momento en Campeche, bautizadacomo Valeriana y que abrió nuevas incógnitas sobre la organización
social y económica de la civilización maya para los investigadores. Todo
mediante el uso de la técnica LiDar para medir distancias por medio de rayos
láser.
Gilabert señala que los restos arqueológicos muchas veces están en zonas remotas, de muy difícil acceso por la densidad de la selva, también por ser áreas con poca seguridad para los equipos de investigación. Las imágenes del láser permiten no solo aproximarse a los yacimientos arqueológicos que están sin explorar, sino planear mejor las excavaciones para acotar las áreas de interés y aprovechar mejor los presupuestos para los proyectos. De esta forma, los investigadores se pueden acercar con más detalle a entender cómo vivían las civilizaciones, cómo se organizaban y cómo estaban estructuradas.


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