Arqueología en las venas


Los fallecimientos, con pocos días de diferencia, de la esposa del fundador del Museo Amano y de su hijo han enlutado al estudio del pasado. Su fundación tiene una importante colección de textiles de la cultura Chancay.

11/5/2020

Por: Ernesto Carlín
ecarlin@editoraperu.com.pe

El 22 de abril falleció Rosa Watanabe, viuda de Yoshitaro Amano, fundador del Museo Amano. El 3 de este mes le siguió su único hijo, Mario, quien llevaba en los últimos años la dirección de una de las colecciones privadas más importantes de piezas precolombinas.

Ahora queda en manos de Yooko Mishima, viuda de Mario, y sus hijos Yoshio y Mika Amano la responsabilidad de mantener a flote esta emblemática institución.

“Mi abuelo, Yoshitaro Amano, fue un japonés que vino al Perú y se enamoró perdidamente de él”, cuenta Mika al Diario Oficial El Peruano.

Entre las tantas aficiones que apasionaron a este migrante estaba el pasado precolombino. Durante un tiempo reunió, junto con su esposa Rosa Watanabe, de origen niséi, una significativa cantidad de piezas prehispánicas, en especial, de la cultura Chancay. En estas expediciones, los acompañaba desde niño su hijo Mario.

Este coleccionismo dio como fruto el Museo Amano.


Orgullo familiar
Cuando el patriarca, Yoshitaro, falleció en 1982, su viuda se encargó de mantener el museo tal cual lo dejó su esposo, pero en el 2012 se hizo necesario replantearlo, tarea en la que trabajó Mika, de profesión arquitecta, junto con su padre.

“Recuerdo esa etapa con mucho cariño porque aprendí muchísimo de todos los involucrados, sobre todo de mi papá. De sus incontables anécdotas respecto al museo, de las piezas, de su papá, de los sueños que tenía sobre el futuro”, confesó.

Memoria
Quien guarda varias anécdotas de la historia de este longevo museo familiar es Simón Ricalde, quien trabaja con los Amano desde inicios de la década de 1960. Él cuenta que Yoshitaro Amano era una persona muy amable y correcta.

Ricalde acompañó a la familia en sus travesías en búsqueda de esas piezas textiles que en aquellos años nadie más les prestaba atención. Recuerda que en una ocasión en la que tuvieron que dormir en el jeep en que viajaban, su jefe le cedió el mejor sitio para dormir. “Yo me oponía por respeto, pero el señor me dijo: ‘Mañana vas a manejar. Es mejor que descanses bien’”, contó con cariño. “Ahora los tres deben estar en el cielo fundando un nuevo museo”, añadió.

Otra persona que guarda gratos momentos del trabajo con los Amano es Walter Tosso. “A todos nos trataban como si fuéramos de la familia”, refiere el arqueólogo. Él recuerda que gracias a la señora Rosa Watanabe incursionó en los trabajos en el valle de Chancay.

“Ellos no solo coleccionaron piezas, sino que también se preocuparon por conocer el contexto de donde venían estas”, refiere Tosso, conocido por ser el descubridor del sitio de Las Shicras en el valle de Chancay.


Andrés Álvarez Calderón, presidente del Museo Larco, también tuvo palabras de aprecio respecto al legado dejado por los Amano.

“En el tiempo que empezaron su colección, la cultura Chancay era infravalorada. Si no fuera por ellos, las maravillosas gazas que recolectaron se habrían perdido para siempre”, sostuvo tajante.

Calificó de tragedia las muertes de madre e hijo. “Hay que rendirles honores por lo que nos han dejado”, afirmó.

Fonte: http://www.elperuano.pe/noticia-arqueologia-las-venas-95687.aspx

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