La arqueología subacuática del futuro está aquí (1ª PARTE)

FOTO: La ofrenda la conforman vasijas, restos humanos y de animales, y cuentas de jade. Foto: Paul Nicklen/National Geographic

El arqueólogo Guillermo de Anda presenta por primera vez en México una reproducción en 3D del cenote maya Holtún.

Por: SABINA ROSAS Y 
J. FRANCISCO DE ANDA-CORRAL

El arqueólogo subacuático Guillermo de Anda enciende su lap y muestra las fotografías de un cráneo que desde hace más de 1,200 años reposa en el interior del cenote Holtún, a 2 kilómetros del Castillo de Chichén Itzá.

La imagen hiperrealista exacerba el detalle: se ven los cortes, los orificios, la deformación craneal, la textura del hueso, una herida que parece no haber sanado del todo...

Guillermo destaca que el modelo es fabuloso para la investigación porque es exacto, realza los rasgos, por lo que la pieza se puede estudiar desde una o varias computadoras simultáneamente en cualquier laboratorio del mundo, sin necesidad de extraerla del ambiente ritual en que fue colocada por los antiguos mayas.

“¿Se imaginan todo lo que podemos conseguir con esta nueva herramienta?”, nos pregunta como si estuviéramos en un salón de clases. Pero él ya conoce la respuesta: es la antesala a los museos subacuáticos virtuales en 3D y la posibilidad, para los especialistas, de estudiar el pasado sin comprometer el futuro.

Y es que “la arqueología es destructiva por naturaleza”, afirma el también doctor en Estudios Mesoamericanos y el único mexicano explorador de la National Geographic Society, quien desde hace casi 30 años explora e investiga el sistema de cenotes y cuevas inundadas de la península de Yucatán.

Explica emocionado que ahora más que nunca, en la historia de la arqueología, esta ciencia que siempre mira al pasado está en el futuro. La aplicación de nuevas tecnologías para los estudios del desarrollo cultural del hombre comienza a romper paradigmas y revoluciona: por primera vez, el mundo cuenta con una metodología que permitirá, en un futuro próximo, estudiar contextos culturales sumergidos bajo las aguas dulces de los cenotes, sin necesidad de sacar los objetos de esas cuevas sacralizadas por los mayas hace miles de años.

Bucear la historia profunda
Guillermo nos muestra luego un video. Es como si estuviéramos viendo una escena del 2001: una odisea en el espacio, de Kubrick, pero bajo el agua. Se observan las paredes de las cavernas, los recovecos, las bifurcaciones, y de repente aparece ante nuestros ojos el relicario sagrado: una rica ofrenda conformada por unas 10 vasijas y muchísimos tiestos en los extremos, y al centro unos restos humanos. Seis cráneos y algunos huesos desmembrados, principalmente extremidades, y mandíbulas de niños y adultos.

También se observan cuentas de jade, un cuchillo de pedernal de doble filo, cerámica, malacates, mucho carbón, restos de un cánido, de venado y de pecarí y destacan tres espinas de raya. La ciencia arqueológica supone que éstas se usaban para autosacrificios masculinos, que consistían en horadar el pene y ofrecer la sangre al dios Chaac, como tributo para la lluvia.

Advertido del estupor que nos causan las imágenes, Guillermo de Anda retorna a la cátedra, nos explica que “explorar un contexto arqueológico en tierra significa hacer un intenso registro: pasar horas y horas frente a los objetos descubiertos, delimitados dentro de una cuadrícula marcada con hilos, dibujando cada detalle observado y captando decenas de fotografías, para luego comenzar a levantar los vestigios con sumo cuidado, retirando con paciencia cada milímetro de tierra o de arena. Al final, nada queda en el lugar donde permanecieron por miles de años. En la superficie solo permanecen los restos de las construcciones; abajo, un hueco vacío donde se olvida la memoria histórica.

Así es la arqueología en todo el mundo. Así se ha hecho desde sus orígenes. Pero para Guillermo de Anda la arqueología del futuro sería aquélla que no necesitará alterar los contextos para estudiar los objetos.

Por eso buscó a Corey Jaskolski y le propuso desarrollar un programa para registrar con lujo de detalle contextos arqueológicos sumergidos y obtener datos adicionales sin tener que alterarlos. Cuando Jaskolski visitó a Guillermo, en Yucatán, y conoció los cenotes y el trabajo de arqueología que se realiza en ellos, se enamoró del proyecto.

Jaskolski es ingeniero de la National Geographic Society especializado en la creación de tecnologías para algunos de los entornos más difíciles de la tierra; descendió hace unos años a más de 3,000 metros de profundidad en el Atlántico norte, donde permanecen los restos del Titanic. Su misión fue apoyar las operaciones robóticas de exploración del mítico pecio. Su enorme talento para la física, las matemáticas y la computación lo hicieron director de Tecnología de la Nat Geo a los 28 años.

Por su parte, Guillermo de Anda es de la ciudad de México, pero su pasión por el buceo lo trasladó desde los 24 años al Caribe. Se puede decir que la arqueología lo buscó dos veces: la primera, de niño, cuando vio un cráneo parcialmente iluminado en la vitrina de un museo. Saber que pertenecía a una persona sacrificada le causó una profunda fascinación. Siendo joven comenzó sus estudios profesionales en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, pero los abandonó para sumergirse en el mar y en los cenotes de Yucatán.

Sin embargo, la arqueología no lo soltó, porque al explorar los cenotes y encontrarse nuevamente con cráneos y huesos humanos, éstos lo regresaron a las aulas, las de la Universidad Autónoma de Yucatán, donde estudió licenciatura y maestría en Arqueología y posteriormente hizo un doctorado en Estudios Mesoamericanos en la UNAM.

Ahora, De Anda y Jaskolski se han unido para desarrollar un proyecto de alta tecnología cuya nombre es tan largo como fascinante: Bucear la Historia Desconocida de México para Resguardar nuestro Pasado con la Tecnología del Futuro, pero cuya sustancia parece más sencilla: una cámara sumergible conectada a un software que amplifica las imágenes, mide todo lo que ve y organiza los datos, para su posterior manejo e interpretación en laboratorios especializados.

Explorar con tecnología del futuro
De Anda y Jaskolski se vieron hace unos años en Washington, en uno de los simposios de los exploradores de National Geographic. Luego, en Yucatán, Jaskolski acompañó al doctor De Anda durante las exploraciones de cenotes mayas y su primera aportación fue la creación de una esfera para iluminar el interior de aquellos cuerpos de agua durante las expediciones.

“Corey supo que necesitábamos una herramienta de registro eficiente, que nos proporcionara mucha información, fácil de manipular, sin necesidad de sumergir armatostes de 60 kilos para escanear una cueva, porque son poco confiables para el agua”, dice De Anda.

“Un buen día, luego de año y medio de peripecias e intentos, Jaskolski me llamó emocionado y me dijo: ‘¡Lo tengo! Ya tengo un método con el que podemos tomar fotos a todos los materiales: cerámica, huesos... ¡Incluso carbón es posible!’ Hasta reproducir un mapa en tercera dimensión, con todo lo que se encuentra en él. Y todo es medible: distancias, rumbos, piezas, artefactos”, recordó.

continua...

Fonte: http://eleconomista.com.mx/entretenimiento/2015/07/30/arqueologia-subacuatica-futuro-aqui (30/07/2015)

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