Salvamento arqueológico rescata historia
La infraestructura urbana demanda expertos en proteger el patrimonio.
Abida Ventura | El Universal
abida.ventura@eluniversal.com.mx
NUEVOS DESCUBRIMIENTOS. Investigadores realizan trabajos de salvamento en una carretera de Mérida, Yucatán (Foto: CORTESÍA: INAH y ARCHIVO EL UNIVERSAL)
A principios de los años 80, cuando se realizaban los trabajos de construcción de la línea 7 del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM), un grupo de trabajadores intentó reubicar el monumento erigido en memoria de los héroes de la Batalla del Molino del Rey, ubicado en los límites del bosque de Chapultepec. Nadie imaginó que esa labor detonaría en un singular hallazgo.
Al remover la efigie que conmemora el enfrentamiento ocurrido el 8 de septiembre de 1847 entre el ejército estadounidense y el Ejército mexicano durante la Guerra de Intervención Estadounidense, la maquinaria golpeó la parte central del monumento del que inmediatamente asomaron una serie de urnas con restos óseos. ¡Eran las urnas con los huesos de los héroes de la Batalla del Molino del Rey! recuerda en entrevista el arqueólogo Francisco Sánchez Nava, quien fue uno de los primeros expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en arribar al lugar para proceder con las labores de salvamento, actividad que tiene como objetivo evitar la destrucción del patrimonio cuando se realizan obras públicas o privadas, como son las obras de remodelación de monumentos históricos, construcción de viviendas, mercados, líneas del Metro, carreteras, líneas de transmisión eléctrica, subestaciones, presas, gasoductos y centros turísticos, además de proteger el patrimonio de la acción de agentes naturales o saqueos.
“Nos llamaron y dijeron: ‘Oiga arqueólogo, fíjese que nos salieron unos huesos de este monumento’. Llegamos casi, casi con la sirena encendida para atender la situación, para atender los huesos”, cuenta el investigador, quien por muchos años estuvo al frente de la entonces subdirección de Salvamento Arqueológico del INAH, hoy Dirección de Salvamento Arqueológico, área que tiene a su cargo a un grupo de arqueólogos especializados, cuyo trabajo consiste en salvar en un tiempo determinado los vestigios en riesgo de ser destruidos por las obras de construcción, además de aprovechar las obras para excavar las áreas cubiertas por edificaciones contemporáneas, aunque con las limitantes de tiempo y espacio que la obra en construcción establece.
Pero además de estas urnas, relata el arqueólogo, el monumento escondía una valija muy especial: una caja del tiempo. “Cuando concluimos la etapa de investigación de los huesos comenzamos a divisar el asa de una caja de metal en perfecto estado, adentro encontramos periódicos de la época, monedas, litografías, y hasta un acta donde decía quiénes y cómo se había colocado esa primera piedra. Rescatamos, casi 140 años después, esa cápsula del tiempo. Fue una labor muy bonita”, cuenta el arqueólogo que a finales del siglo pasado coordinó las labores de salvamento durante la construcción de las líneas 3, 4 5, 6 y 7 del Metro, de donde se extrajo una vasta cantidad de material histórico arqueológico y paleontológico que hoy puede ser apreciado en museos o en las estaciones del Metro.
Así como las obras de transporte colectivo en el DF, a lo largo del país se realizan diversas obras de infraestructura, en las que gracias a la intervención de los expertos se ha logrado rescatar cantidad de vestigios y materiales que permiten conocer nuestro pasado.
El salvamento, coinciden los arqueólogos Francisco Sánchez Nava y Ernesto Rodríguez Sánchez, actual titular de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, es una modalidad de la excavación arqueológica ligada a las obras de infraestructura que se realizan en el país y que, a diferencia de los proyectos de investigación arqueológica, tiene que estar sujeto al tiempo y al espacio que marca la obra de infraestructura en supervisión.
El nacimiento de un área de salvamento, comentan los arqueólogos, responde a las constantes solicitudes de supervisión de obras de infraestructuras recibidas hacia finales del siglo pasado, cuando comienza a existir una política de protección al patrimonio. A lo largo de los años se han establecido modalidades metodológicas para atender casos particulares, entre ellos las inspecciones y peritajes derivados de un reporte de afectación por obra, saqueo o erosiones; la realización de una inspección previa para definir si una obra pudiese afectar el patrimonio arqueológico; los rescates, que son intervenciones de emergencia, producto de un reporte de afectación o inspecciones; y las investigaciones de mayor envergadura, como las que se realizan en grandes obras de infraestructura tanto en áreas urbanas o al interior del territorio nacional, como es el caso de construcción de carreteras, presas, gasoductos o tendidos eléctricos.
“El trabajo es arduo porque la riqueza arqueológica del país es tal que, como decimos entre el gremio arqueológico, del Río Bravo al Suchiate todo es un gran tepalcate, porque donde levantas una piedra siempre hay alguna evidencia de la presencia de culturas anteriores a la nuestra”, dice Sánchez Nava.
“Nuestra intención como arqueólogos de salvamento es evitar la destrucción del patrimonio causado por obras de infraestructura, públicas o privadas. Es una manera de evitar el impacto y las contingencias en el patrimonio”, comenta Rodríguez Sánchez, actual coordinador de los trabajos de salvamento en las obras de las líneas 12 del Metro y 4 del Metrobús, donde se ha hallado gran cantidad de cerámica, lítica, vidrio y algunos entierros prehispánicos.
Rodríguez Sánchez tiene a su cargo un equipo de más de 40 arqueólogos, encargados de salvaguardar el patrimonio del país. Con casi tres décadas de experiencia, el investigador asegura que el trabajo del arqueólogo de salvamento ha incrementado en las últimas décadas: “Hace 30 años, el salvamento era como secundario porque no había un alto desarrollo económico y social como ahora. En el Consejo de Arqueología estamos recibiendo más proyectos de salvamento, quizá más que los proyectos de investigación arqueológica. Constantemente tenemos que formar cuadros de trabajo para atender solicitudes de privados y públicos, como la Comisión Federal de Electricidad, Secretaría de Comunicaciones y Transportes, CONAGUA y Pemex”.
La gran Tenochtitlan al descubierto
A pesar de la vasta cantidad de vestigios en todo el país, los arqueólogos coinciden en que ha sido el subsuelo de la ciudad de México el que ha arrojado más información sobre nuestro pasado mesoamericano. Poco a poco, gracias a los constantes trabajos de construcción en la ciudad, los vestigios de la gran Tenochitlan van quedando al descubierto.
Para fortuna de la arqueología, el constante desarrollo de la Zona Metropolitana del Valle de México ha permitido excavar las áreas cubiertas por edificaciones modernas, donde se han registrado importantes hallazgos que incluso han detonado en magnos proyectos de investigación, como el del Templo Mayor, cuyo detonante fue el rescate de la monumental escultura de Coyolxauhqui, hallada por trabajadores de la hoy extinta Compañía de Luz y Fuerza del Centro en el cruce de Argentina y Guatemala, en el Centro Histórico.
En esa misma área, en años más recientes, el arqueólogo Raúl Barrera, encargado del Programa de Arqueología Urbana, realizó trabajos de salvamento arqueológico, a raíz de los trabajos de la remodelación y ampliación de dos edificios coloniales en la calle de Guatemala, en el centro Histórico del DF. De esta labor resultaron dos edificios prehispánicos que ahora están siendo consolidados para su apertura al público. Se trata de los restos de un Calmécac, hallado en el sótano del Centro Cultural de España en México (Guatemala 18), que en los próximos días abrirá como museo de sitio, y de una estructura circular dedicada al dios Ehécatl-Quetzalcóatl, en el predio correspondiente al edificio del Hotel Catedral (Guatemala 16).
Otro de los proyectos de salvamento que arrojó importantes evidencias arqueológicas fue el de la ahora plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, durante los trabajos de construcción y ampliación del edificio de la Secretaria de Relaciones Exteriores. En esa área, el “Proyecto de Salvamento Arqueológico SRE Torre y SRE Nuevo Edificio” localizó en el predio donde se construiría el nuevo edificio, 14 construcciones prehispánicas de carácter cívico-religioso, que hicieron reconsiderar la extensión de este recinto ceremonial.
Unas décadas antes, durante la consolidación estructural del Antiguo Palacio Arzobispal, hoy Museo de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, gracias a las labores de salvamento arqueológico se realizó un importante hallazgo que hoy está a la vista del público, recuerda el arqueólogo Francisco Sánchez Nava. Se refiere al hallazgo del Cuauhxicalli de Moctezuma I, monolito cilíndrico esculpido con la representación de Tonatiuh, dios del Sol.
“El edificio colonial se estaba cayendo, tenía grietas muy señaladas y nos pidieron hacer un estudio arqueológico para determinar las causas de su hundimiento. Para nuestra sorpresa, hallamos en las excavaciones del segundo patio del edificio el Cuauhxicalli de Moctezuma I”, relata el arqueólogo, quien asegura sentirse halagado al ver que la gran pieza está a la vista del público en el Museo Nacional de Antropología.
“Soy lo poco que soy gracias a la arqueología. Me siento sumamente distinguido por el destino de haber podido participar en esto eventos, ya que es una forma de irnos acercando cada vez más a un espacio desconocido, a nuestros antepasados”, dice.
Fonte: http://www.eluniversal.com.mx/cultura/67107.html (06/12/2011)
Abida Ventura | El Universal
abida.ventura@eluniversal.com.mx
NUEVOS DESCUBRIMIENTOS. Investigadores realizan trabajos de salvamento en una carretera de Mérida, Yucatán (Foto: CORTESÍA: INAH y ARCHIVO EL UNIVERSAL)
A principios de los años 80, cuando se realizaban los trabajos de construcción de la línea 7 del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM), un grupo de trabajadores intentó reubicar el monumento erigido en memoria de los héroes de la Batalla del Molino del Rey, ubicado en los límites del bosque de Chapultepec. Nadie imaginó que esa labor detonaría en un singular hallazgo.
Al remover la efigie que conmemora el enfrentamiento ocurrido el 8 de septiembre de 1847 entre el ejército estadounidense y el Ejército mexicano durante la Guerra de Intervención Estadounidense, la maquinaria golpeó la parte central del monumento del que inmediatamente asomaron una serie de urnas con restos óseos. ¡Eran las urnas con los huesos de los héroes de la Batalla del Molino del Rey! recuerda en entrevista el arqueólogo Francisco Sánchez Nava, quien fue uno de los primeros expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en arribar al lugar para proceder con las labores de salvamento, actividad que tiene como objetivo evitar la destrucción del patrimonio cuando se realizan obras públicas o privadas, como son las obras de remodelación de monumentos históricos, construcción de viviendas, mercados, líneas del Metro, carreteras, líneas de transmisión eléctrica, subestaciones, presas, gasoductos y centros turísticos, además de proteger el patrimonio de la acción de agentes naturales o saqueos.
“Nos llamaron y dijeron: ‘Oiga arqueólogo, fíjese que nos salieron unos huesos de este monumento’. Llegamos casi, casi con la sirena encendida para atender la situación, para atender los huesos”, cuenta el investigador, quien por muchos años estuvo al frente de la entonces subdirección de Salvamento Arqueológico del INAH, hoy Dirección de Salvamento Arqueológico, área que tiene a su cargo a un grupo de arqueólogos especializados, cuyo trabajo consiste en salvar en un tiempo determinado los vestigios en riesgo de ser destruidos por las obras de construcción, además de aprovechar las obras para excavar las áreas cubiertas por edificaciones contemporáneas, aunque con las limitantes de tiempo y espacio que la obra en construcción establece.
Pero además de estas urnas, relata el arqueólogo, el monumento escondía una valija muy especial: una caja del tiempo. “Cuando concluimos la etapa de investigación de los huesos comenzamos a divisar el asa de una caja de metal en perfecto estado, adentro encontramos periódicos de la época, monedas, litografías, y hasta un acta donde decía quiénes y cómo se había colocado esa primera piedra. Rescatamos, casi 140 años después, esa cápsula del tiempo. Fue una labor muy bonita”, cuenta el arqueólogo que a finales del siglo pasado coordinó las labores de salvamento durante la construcción de las líneas 3, 4 5, 6 y 7 del Metro, de donde se extrajo una vasta cantidad de material histórico arqueológico y paleontológico que hoy puede ser apreciado en museos o en las estaciones del Metro.
Así como las obras de transporte colectivo en el DF, a lo largo del país se realizan diversas obras de infraestructura, en las que gracias a la intervención de los expertos se ha logrado rescatar cantidad de vestigios y materiales que permiten conocer nuestro pasado.
El salvamento, coinciden los arqueólogos Francisco Sánchez Nava y Ernesto Rodríguez Sánchez, actual titular de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, es una modalidad de la excavación arqueológica ligada a las obras de infraestructura que se realizan en el país y que, a diferencia de los proyectos de investigación arqueológica, tiene que estar sujeto al tiempo y al espacio que marca la obra de infraestructura en supervisión.
El nacimiento de un área de salvamento, comentan los arqueólogos, responde a las constantes solicitudes de supervisión de obras de infraestructuras recibidas hacia finales del siglo pasado, cuando comienza a existir una política de protección al patrimonio. A lo largo de los años se han establecido modalidades metodológicas para atender casos particulares, entre ellos las inspecciones y peritajes derivados de un reporte de afectación por obra, saqueo o erosiones; la realización de una inspección previa para definir si una obra pudiese afectar el patrimonio arqueológico; los rescates, que son intervenciones de emergencia, producto de un reporte de afectación o inspecciones; y las investigaciones de mayor envergadura, como las que se realizan en grandes obras de infraestructura tanto en áreas urbanas o al interior del territorio nacional, como es el caso de construcción de carreteras, presas, gasoductos o tendidos eléctricos.
“El trabajo es arduo porque la riqueza arqueológica del país es tal que, como decimos entre el gremio arqueológico, del Río Bravo al Suchiate todo es un gran tepalcate, porque donde levantas una piedra siempre hay alguna evidencia de la presencia de culturas anteriores a la nuestra”, dice Sánchez Nava.
“Nuestra intención como arqueólogos de salvamento es evitar la destrucción del patrimonio causado por obras de infraestructura, públicas o privadas. Es una manera de evitar el impacto y las contingencias en el patrimonio”, comenta Rodríguez Sánchez, actual coordinador de los trabajos de salvamento en las obras de las líneas 12 del Metro y 4 del Metrobús, donde se ha hallado gran cantidad de cerámica, lítica, vidrio y algunos entierros prehispánicos.
Rodríguez Sánchez tiene a su cargo un equipo de más de 40 arqueólogos, encargados de salvaguardar el patrimonio del país. Con casi tres décadas de experiencia, el investigador asegura que el trabajo del arqueólogo de salvamento ha incrementado en las últimas décadas: “Hace 30 años, el salvamento era como secundario porque no había un alto desarrollo económico y social como ahora. En el Consejo de Arqueología estamos recibiendo más proyectos de salvamento, quizá más que los proyectos de investigación arqueológica. Constantemente tenemos que formar cuadros de trabajo para atender solicitudes de privados y públicos, como la Comisión Federal de Electricidad, Secretaría de Comunicaciones y Transportes, CONAGUA y Pemex”.
La gran Tenochtitlan al descubierto
A pesar de la vasta cantidad de vestigios en todo el país, los arqueólogos coinciden en que ha sido el subsuelo de la ciudad de México el que ha arrojado más información sobre nuestro pasado mesoamericano. Poco a poco, gracias a los constantes trabajos de construcción en la ciudad, los vestigios de la gran Tenochitlan van quedando al descubierto.
Para fortuna de la arqueología, el constante desarrollo de la Zona Metropolitana del Valle de México ha permitido excavar las áreas cubiertas por edificaciones modernas, donde se han registrado importantes hallazgos que incluso han detonado en magnos proyectos de investigación, como el del Templo Mayor, cuyo detonante fue el rescate de la monumental escultura de Coyolxauhqui, hallada por trabajadores de la hoy extinta Compañía de Luz y Fuerza del Centro en el cruce de Argentina y Guatemala, en el Centro Histórico.
En esa misma área, en años más recientes, el arqueólogo Raúl Barrera, encargado del Programa de Arqueología Urbana, realizó trabajos de salvamento arqueológico, a raíz de los trabajos de la remodelación y ampliación de dos edificios coloniales en la calle de Guatemala, en el centro Histórico del DF. De esta labor resultaron dos edificios prehispánicos que ahora están siendo consolidados para su apertura al público. Se trata de los restos de un Calmécac, hallado en el sótano del Centro Cultural de España en México (Guatemala 18), que en los próximos días abrirá como museo de sitio, y de una estructura circular dedicada al dios Ehécatl-Quetzalcóatl, en el predio correspondiente al edificio del Hotel Catedral (Guatemala 16).
Otro de los proyectos de salvamento que arrojó importantes evidencias arqueológicas fue el de la ahora plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, durante los trabajos de construcción y ampliación del edificio de la Secretaria de Relaciones Exteriores. En esa área, el “Proyecto de Salvamento Arqueológico SRE Torre y SRE Nuevo Edificio” localizó en el predio donde se construiría el nuevo edificio, 14 construcciones prehispánicas de carácter cívico-religioso, que hicieron reconsiderar la extensión de este recinto ceremonial.
Unas décadas antes, durante la consolidación estructural del Antiguo Palacio Arzobispal, hoy Museo de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, gracias a las labores de salvamento arqueológico se realizó un importante hallazgo que hoy está a la vista del público, recuerda el arqueólogo Francisco Sánchez Nava. Se refiere al hallazgo del Cuauhxicalli de Moctezuma I, monolito cilíndrico esculpido con la representación de Tonatiuh, dios del Sol.
“El edificio colonial se estaba cayendo, tenía grietas muy señaladas y nos pidieron hacer un estudio arqueológico para determinar las causas de su hundimiento. Para nuestra sorpresa, hallamos en las excavaciones del segundo patio del edificio el Cuauhxicalli de Moctezuma I”, relata el arqueólogo, quien asegura sentirse halagado al ver que la gran pieza está a la vista del público en el Museo Nacional de Antropología.
“Soy lo poco que soy gracias a la arqueología. Me siento sumamente distinguido por el destino de haber podido participar en esto eventos, ya que es una forma de irnos acercando cada vez más a un espacio desconocido, a nuestros antepasados”, dice.
Fonte: http://www.eluniversal.com.mx/cultura/67107.html (06/12/2011)
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