Un grupo de arqueólogos descubre 28 entierros prehispánicos en la Sierra Norte de Puebla

PAULA CARRIZOSA

Un grupo de arqueólogos coordinados por Sergio Suárez, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) delegación Puebla, trabaja desde hace dos años en el salvamento arqueológico de una serie de sitios que se ubican en la Sierra Norte y que por su importancia “abren nuevas puertas de investigación en áreas poco estudiadas que sin duda son parte integrante de un rompecabezas cultural”, tal como expresó Saraí Barreiro Argüelles, una de las expertas participantes del proyecto.

En mayo de 2008 las empresas Ica Flour y Dufromex, ambas contratadas por Petróleos Mexicanos (Pemex), realizaban los trabajos de colocación de dos ductos que irían del Campo Humapa hacia la central de almacenamiento y bombeo que se encuentra en Poza Rica, Veracruz. Tras las excavaciones se encontraron estructuras arqueológicas en el sitio denominado como “Venustiano Carranza” –llamado así por que se ubica en el municipio poblano del mismo nombre–, y en el sitio “Ojo de Agua”.

Los hallazgos fueron reportados a la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, y dado que Pemex pedía que los trabajos se reiniciaran, se comisionó al arqueólogo Sergio Suárez como el encargado para realizar el salvamento y los estudios arqueológicos correspondientes que comenzaron en el mes de septiembre de aquel año.

Así, el equipo dirigido por Suárez trabajó en el proyecto denominado “Rescate y prospección arqueológica en el trazo del gasoducto y oleoducto Campo Humapa, en la Sierra Norte del estado de Puebla”, con el que se estudió un tramo de 42 kilómetros. El resultado de los trabajos fue sorpresivo: se encontraron 28 entierros, algunas ofrendas que además de pectorales de concha, piedras preciosas como cuarzo, cerámica de todo tipo –entre vajillas, ollas e incensarios– incluían restos óseos de cánidos, que presumiblemente podían ser perros, pues en la cosmovisión náhuatl, estos son los animales que acompañan a los hombres en su viaje hacia el inframundo, el Mictlán. Además de las ofrendas, hubo otro hallazgo: un yugo cerrado, un artefacto que ha cautivado a los investigadores de las culturas mesoamericanas, no sólo por su peculiar forma.

El yugo está manufacturado en piedra basáltica, de 44.5 centímetros en su diámetro máximo y 33 centímetros en su diámetro mínimo. “La importancia de este yugo cerrado radica en que se ha encontrado contextualizado, es decir, que se halló en el lugar original donde fue depositado, completo y sin que el espacio haya sido saqueado”, precisó la arqueóloga Saraí Barreiro, por lo que se convierte en el primero que aparece en esas condiciones en todo el país.

De los 28 entierros encontrados, destacó el “entierro doble”, un par de tumbas en donde se encontraron los restos óseos de un hombre y una mujer, que eran acompañados por una ofrenda rica compuesta por cuentas de caracol, pulseras, vasijas, orejeras de piedras preciosas y colmillos, quizá de algún felino de la región. “El entierro doble, encontrado a una profundidad de 90 centímetros, es el que cuenta con el mayor número de ofrendas en el sitio, lo que evidencia su importancia en la zona”, aseveró la Barreiro Argüelles.

Además del sitio “Venustiano Carranza”, destacan “Escobal 285” y el “519”, un par de lugares ubicados en el mismo municipio en los que se han encontrado algunas estructuras de piedra. En el caso de la arquitectura de la zona, precisó la arqueóloga, ésta se detecta por que hay montículos de tierra visibles en los que se pueden ver las lajas superficiales.

Los múltiples hallazgos encontrados en el área remiten a diferentes temporalidades de ocupación, pero según el análisis cerámico que actualmente está realizando el investigador Raúl Rocha, los restos y los objetos datan del periodo denominado como clásico–postclásico temprano, que va de 900 a 1200. La cerámica que se halló es contemporánea a sitios arqueológicos como El Tajín, además de que hay rasgos del tipo de cerámica que se fabrica en la Huasteca, como el denominado “negro sobre crema”, que es característico de esa región.

Por último, la investigadora refirió que el acuerdo con Pemex consiste en salvaguardar la zona y luego devolverla para que la empresa continúe con sus trabajos. Por ello urgió a que es necesario crear un convenio formal con el INAH, de manera que la instalación de las mil plataformas que se tenían planeadas para 2010 cuenten con un estudio arqueológico previo.

“Al igual que el petróleo, la arqueología es un recurso no renovable”, afirmó Saraí Barreiro y precisó que encontrar los vestigios arqueológicos en la Sierra Norte significa abrir nuevas líneas de investigación que servirán para develar la importancia de la zona.

Fonte: http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2010/09/08/puebla/cul116.php (08/09/2010)

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