El museo de Pachacámac


Por: Antonio Zapata

Mientras el gobierno se debate en su primera gran crisis provocada por el ex asesor Carlos Moreno, en el Ministerio de Cultura la nueva administración afronta sus dificultades iniciales. Por un lado, la sonada renuncia a la dirección de la Biblioteca Nacional de Ramón Mujica, quien dio un portazo denunciando un trato incorrecto de parte del ministro. Aunque habiendo pasado seis años en el cargo, Mujica había cumplido largamente el tiempo habitual en el Perú. Hay que retroceder mucho para encontrar un antecesor de Mujica que haya durado tanto en esa responsabilidad y es una lástima que haya salido de mala manera quien ha cumplido una reconocida labor.

Pero la verdadera papa caliente del ministerio es la construcción del nuevo Museo Nacional de Arqueología en Pachacamac, MUNA. Este es el mayor proyecto heredado de la gestión anterior y tiene un carácter altamente controvertido. Los expertos se han dividido y mientras unos opinan a favor, otros lo hacen vehemente en contra.

Para empezar, la obra ha sido licitada y su presupuesto es elevado, supera los US$ 100 millones; asimismo se ha realizado un concurso arquitectónico y se ha escogido un proyecto ganador. De ese modo, Diana Álvarez Calderón dejó todo encaminado y retroceder implica un costo en penalidades. Como no son grandes cantidades, se podría dar marcha atrás, pero es indudable que la inercia ayuda la continuidad de la obra.

Las objeciones y paradójicamente los argumentos a favor giran alrededor de la ubicación del MUNA en Pachacamac. Por un lado, implica dejar el local tradicional en Pueblo Libre, que se halla al alcance de la mano de los visitantes, para trasladarse a un lugar alejado y de difícil acceso. A ello se le ha contestado que en unos años Pachacamac estará completamente integrado a la ciudad y que más bien se formaría una inmensa área protegida de monumentos y museos de primer nivel, dando paso a una zonificación favorable a la cultura.

Los defensores de Pueblo Libre niegan la necesidad de trasladarse, sosteniendo que la insuficiencia de espacio que se alude podría resolverse con el cuartel del ejército que se encuentra al lado. En efecto, un cuartel casi en desuso podría ser usado para una ampliación, manteniendo en Pueblo Libre al gran museo nacional, que ha contribuido a formar esta zona de Lima como un área dotada de buenos negocios e indudable atractivo turístico y comercial.

Por otro lado, situado en Pachacamac, el visitante del MUNA terminaría su recorrido y saldría a una zona coronada por un monumento de indudable calidad. Su comprensión del pasado prehispánico no podría tener mejor entorno. Observar las piezas del museo y visitar a continuación una ruina de primera categoría. Pocas vivencias tan gratificantes en el mundo entero. El país podría ganar mucho con una experiencia vital y forjadora de identidad. Al día de hoy, Pachacamac ya es el segundo centro arqueológico del país en número de visitantes, solo detrás de Machu Picchu, y es indudable que si el MUNA se ubica en su área multiplicaría su atractivo y potencial.

Pero Pachacamac está al borde del mar, una zona de elevada humedad y salinidad; complicando la conservación de textiles y ceramios precolombinos. Se dice que no hay problema porque el nuevo MUNA tendrá todas sus piezas a temperatura y humedad ideales. Pero ello implica gastar en energía una buena suma durante todo el tiempo de vida del museo. En el Perú, el problema no es construir sino mantener, y si el MUNA se construye en Pachacamac será una dificultad en el largo plazo.

Como puede verse, se trata de una decisión complicada y tendrá prensa y opiniones en contra, sea cual fuere el rumbo que tome el MINCUL. Además, pareciera que el tiempo se está terminando y ha llegado el momento de cortar el jamón.

Fonte: http://larepublica.pe/impresa/opinion/811164-el-museo-de-pachacamac (12/10/2016)

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