Iskanwaya renace después de estar 30 años en el olvido

Pobladores de Aucapata el día del lanzamiento del proyecto en el complejo arqueológico de Iskanwaya. Foto: Freddy Barragán / Página Siete

Es uno de los complejos arqueológicos más importantes que existen en La Paz, no sólo por las características monumentales que tiene, sino por su ubicación.

Por Manuel Filomeno / Iskanwaya

La ciudadela preincaica de Iskanwaya renace hoy con un proyecto de la Gobernación de La Paz para su restauración y conservación. El plan integral prevé retomar las investigaciones arqueológicas en el sitio, que ha estado en el abandono durante tres décadas.

El camino a Iskanwaya no es llano. Se requiere paciencia y destreza en el volante para atravesar los más de 325 kilómetros que separan a la ciudad de La Paz de las imponentes ruinas prehispánicas encaramadas en una montaña sobre el río Llica.

El periodo más importante para la investigación en Iskanwaya se dio en las décadas de los 70 y 80. Esos estudios fueron impulsados por Carlos Ponce Sanjinés, quien, junto al Instituto Nacional de Arqueología, promovió además la apertura de caminos hacia el complejo y estableció un museo de sitio en Aucapata, provincia Muñecas.

“Ponce Sanjinés fue el principal impulsor de las investigaciones arqueológicas en Iskanwaya, incluso se sabe que sus primeras excavaciones las realizó en la zona allá por los años 50, cuando él tenía sólo 15 o 17 años”, comenta el presidente de la Sociedad de Arqueología de La Paz (SALP), Carlos Lemuz.

Lemuz explica que el sitio arqueológico es uno de los más importantes de La Paz, no solo por las características monumentales que tiene, sino por su ubicación y su relación con las culturas que habitaron los valles interandinos.

Batanes prehispánicos encontrados en el complejo.

“El estudio del complejo podría dar luces sobre diversas prácticas que realizaban los antiguos pobladores de la zona, desde la minería del oro hasta los intercambios con las culturas de las tierras bajas”.

Hasta ahora no se sabe a ciencia cierta a quién atribuir las construcciones que se descuelgan de la montaña. Algunos expertos señalan que fueron levantadas por la cultura Mollo, pero aún no se tiene certeza sobre su origen. “Aún hay muchos misterios que descubrir en el complejo, muchas investigaciones que realizar en la zona”, agrega Lemuz.

A pesar de estos misterios, las investigaciones en la ciudadela entraron en una especie de hiato, por casi 30 años, con algunos intentos por parte de la Gobernación de La Paz para reactivarlos sin mucho éxito.

Un proyecto para revivir el sitio
“Durante mucho tiempo no se lo tomó en cuenta y eso causó su deterioro”, señala el gobernador de La Paz, Félix Patzi.

La semana pasada, el gobernador -acompañado de autoridades locales y representantes de la empresa Gallardo Herrera- dio inicio a un proyecto que busca restaurar, conservar y poner en valor el complejo monumental.
La primera fase del proyecto está compuesta por la conservación, restauración e investigación, elementos determinantes para una aproximación a la realidad de la ciudadela de Iskanwaya.

Parte de la ciudadela preincaica, donde se evidencia las características de las viviendas. Foto: Freddy Barragán / Página Siete

La segunda fase es la promoción o puesta en valor del lugar, es decir, crear condiciones fuera del área de la ciudadela para los visitantes. “Una vez restaurado el sitio arqueológico, tenemos que invitar al mundo para que conozca Iskanwaya, y se active la economía del turismo”, afirmó Patzi.

Rudy Apaza, alcalde de Aucapata, -el municipio más próximo al complejo- agregó que la ciudadela de Iskanwaya es semejante a la de Tiwanaku o Macchu Picchu. Su restauración es un proyecto añorado desde hace más de 30 años. “Es un lugar especial que queremos explotarlo mediante el turismo”, dijo.

El camino entre las nubes
Para llegar a Iskanwaya hay que ir al norte, primero sobre la carretera asfaltada que bordea al lago Titicaca, luego cruzando los pueblos de Achacachi, Carabuco y Escoma, girando hacia la derecha por un camino afirmado que trepa por montañas y se descuelga por profundos valles. Muchas veces esquivando viscachas que se detienen deslumbradas por las luces de los vehículos en medio de la espesa neblina que desciende de las cumbres de la Cordillera Real.

Después de ocho horas de subidas y bajadas se llega a Aucapata, un enclave quechua en territorio aymara con una iglesia, un museo de sitio y algunas casas con cimientos de roca ordenadas en no más de cinco manzanas.

Desde el pueblo hasta el sitio arqueológico aún hay que conducir por media hora, descendiendo desde los 2.500 metros hasta los 1.700, aproximadamente. En el trayecto, el clima cambia y se vuelve más benigno. Los vehículos sólo logran llegar a un mirador y desde allí se tiene que caminar por otros 30 minutos sobre un sendero estrecho y polvoriento.

Mientras más se desciende en el valle los pasos se hacen más ligeros y el polvo es reemplazado por piedras planas y resbalosas.

Iskanwaya (dos casas o dos ecos en quechua), con una extensión aproximada de 13,5 hectáreas está emplazada en un lugar apto para la defensa. Tiene conjuntos habitacionales definidos y bien conservados, con construcciones de arquitectura trapezoidal de piedra laja y pizarra, en cuyos interiores aún se pueden observar los revoques de barro en las repisas esquineras y los pequeños nichos utilitarios.

Colosales muros de contención de piedra pizarra forman una explanada, a cuyos costados están las viviendas familiares. Las casas consistían en un vestíbulo y dormitorio hasta donde se ingresaba por una puerta trapezoidal de 60 centímetros de alto, delante de cada vestíbulo existían compartimientos anexos seguramente para los quehaceres domésticos.

Al caminar entre las piedras afiladas se descubren los batanes que eran usados por los antiguos habitantes para moler el maíz que crece alto y amarillo en las chacras y patios de la zona. Los canales por los que el agua circulaba alimentado a las casas y se escucha el aullar del viento que disipa la neblina que desciende de los cerros altos.

Ventanas trapezoidales en el sitio.

“El proyecto debe ser llevado con cuidado”
Para el presidente de la Sociedad de Arqueólogos de La Paz (SALP), Carlos Lemuz, el proyecto de restauración de Iskanwaya debe ser llevado a cabo con mucho cuidado y fiscalizado apropiadamente.

“Ya en el pasado se han realizado proyectos similares con resultados incompletos o fallidos, principalmente por la falta de supervisión y fiscalización, por lo que espero que la Gobernación sea muy cuidadosa con ese aspecto”, señaló

De acuerdo con el presidente de la SALP, el principal problema proviene de la falta de profesionales capacitados en la Gobernación que puedan acompañar los proyectos.

“En la Gobernación muchas veces tenemos a un solo arqueólogo supervisando muchos proyectos o a profesionales sin la experiencia necesaria para llevar a cabo una fiscalización eficaz”, agregó.

Por otra parte, indicó que en algunos casos los proyectos de conservación y restauración son realizados sólo con el ánimo de ejecutar recursos para poder cumplir con las metas presupuestarias, lo que lleva a que estos fondos sean desperdiciados.

Un niño pasea por el sitio arqueológico.

Fonte: https://www.paginasiete.bo/cultura/2018/7/22/iskanwaya-renace-despues-de-estar-30-anos-en-el-olvido-187965.html#! (22/07/2018)

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