Preservan ritos prehispánicos.



“COSTUMBREROS” PRESERVAN RITOS PREHISPÁNICOS DE ALTURA

*** Grupos de zoques continúan realizando ritos ancestrales en cuevas y abrigos rocosos del Cañón del Sumidero, Chiapas

***Los llamados “costumbreros” suben por el desfiladero para dejar ofrendas a los espíritus del agua y la fertilidad, y a sus ancestros


Como hace más de dos mil años, las escarpadas paredes del Cañón del Sumidero, a pocos kilómetros de Tuxtla Gutiérrez, en Chiapas, siguen siendo espacios sagrados de encuentro con las deidades y los antepasados, práctica que se mantiene en la actualidad, ahora por medio de los llamados “costumbreros”.

De acuerdo con el arqueólogo Enrique Méndez Torres, de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en los alrededores de la capital chiapaneca, principalmente en la Meseta de Copoya, la región montañosa y el Cañón del Sumidero —cuyas enormes paredes alcanzan 1200 metros de altura—, se distribuyen una serie de espacios entre cuevas, abrigos rocosos y cañadas, que han sido utilizados con fines sagrados desde la época prehispánica.

“Muchos de estos lugares fueron importantes en la época prehispánica para llevar a cabo rezos y solicitudes de lluvia a las deidades, y pese a la Conquista y las prohibiciones de la Iglesia católica, durante los siglos XVI y XVII continuaron siendo visitados por personas de origen indígena, a quienes incluso se les levantaron al menos cinco actos inquisitoriales en los que se denunciaba actos de idolatría realizados en estas inmediaciones de este desfiladero”.

La constante persecución por estos actos a lo largo del Virreinato, motivó el abandono de muchos de estos sitios (cuevas, abrigos rocosos y cañadas) como lugares de adoración y encuentro con los ancestros. No obstante, las prácticas subsistieron y se mantienen hasta el día de hoy.

“La gente sigue utilizando estos espacios para hacer brujerías, peticiones, limpias, en donde se pide a determinadas deidades o potencias. Dentro de la cosmovisión de los zoques —el grupo étnico de esta área—, en las cavidades moran no sólo los espíritus del agua y de la fertilidad, sino los ancestros.

“Actualmente, cuando los zoques necesitan algún consejo o pedir permiso para determinadas festividades, por ejemplo, para realizar carnavales, un grupo de ellos acude a la cueva, se hacen ofrendas, se dejan los alimentos y este conocimiento es compartido con las demás personas de la cofradía y, en general, con la comunidad a la que pertenecen”.

El arqueólogo Enrique Méndez Torres, quien participó en la V Semana de Antropología de la Montaña, organizada recientemente por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), dijo que los habitantes de los alrededores de Tuxtla Gutiérrez suelen mantener tres posturas, una de ellas es la de los “costumbreros” quienes siguen realizando estas actividades con reminiscencia prehispánica.

Los otros grupos los encabezan personas de culto cristiano pero que pertenecen a comunidades en donde existe una fuerte presencia de los llamados adventistas del Séptimo Día; una tercera está representada por gente “blanca” o mestiza, ajena a estas costumbres y que además ven con recelo la práctica de las mismas.

A pesar de las frecuentes pugnas suscitadas por estas posturas, Enrique Méndez anotó que el actual gobierno estatal ha mantenido una posición más abierta en cuanto a los rituales que llevan a cabo los “costumbreros”, de ahí que varios de ellos han salido de la clandestinidad y además dan recorridos a turistas por estas cuevas y abrigos rocosos, evitando en parte el vandalismo en estos lugares.

Arqueología de un acantilado

Enrique Méndez hizo un breve recuento de los sitios arqueológicos reportados en el Cañón del Sumidero, de esa manera se tiene que en enero de 1999, el Grupo Escala de Chiapas realizó un descenso en el primer medio kilómetro del acantilado, en su pared izquierda. Allí ubicaron un balcón que en la orilla tenía piedras acomodadas y en la parte central, un metate y dos sahumadores.

“Lo que llama la atención es que la población prehispánica debió escalar estas paredes para aprovechar todos estos espacios”, anotó el arqueólogo.

A raíz de la construcción de la presa Chicoasén, que se encuentra al final del Parque Nacional Cañón del Sumidero, en los años 70 se realizó un salvamento arqueológico en toda esta parte del cañón. Ahí, el arqueólogo Alejandro Martínez Muriel reportó 53 cuevas, de las cuales 23 contenían vestigios arqueológicos (básicamente cerámica) y 18 cuevas contaban con pintura rupestre, toda ella en color rojo.

Río a arriba, hacia la entrada del cañón, se halla el abrigo de La Ceiba que tiene 10 metros de altura y donde se tiene registrada una presencia humana desde el 7000 a.C., en sus paredes también se encuentran pinturas rupestres prehispánicas y algunos diseños contemporáneos.

Asimismo, concluyó Méndez Torres, en la pared izquierda del cañón, en sus primeros 500 metros, se pueden contar cuatro balcones, donde se distribuyen más de cien pinturas rupestres entre líneas rectas y curvas, impresiones de mano al negativo y al positivo, la gran mayoría de origen prehispánico.

Fonte: México, www.inah.gob.mx/ (12/05/2010)

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