Paracas tela

Por Mirko Lauer

No deja de ser atrevido presentar una colección de 100 telas o más sacadas de contrabando en los años 30 como “La colección Paracas. Un mundo robado”. Sin duda el Museo de la Cultura Mundial de Gotemburgo no lo hizo con mala intención, sino con el aplomo de haber venido cuidando por 80 años esas telas, donación anónima de un antiguo cónsul sueco en Lima.

La reacción del anterior gobierno peruano fue anunciar una denuncia penal, fórmula que había terminado siendo la única que funcionó con éxito en el caso de las piezas de Machu Picchu, 100 años en poder de la Universidad de Yale. Clara señal de que el actual gobierno podría hacer lo mismo en este caso y recuperar las piezas.

En este campo tenemos para rato. El mundo está lleno de grandes colecciones de arte prehispánico saqueadas al Perú a lo largo de su historia. Por ejemplo la colección de textiles Paracas del museo de Brooklyn, NY, comprada a un particular en 1934, es una de las cuatro más importantes del mundo. Todo probablemente recuperable.

Las extraordinarias telas Paracas son invalorables, y especialmente codiciadas. Pero no debemos olvidar que los robos de origen siempre son peruanos. En otros decenios fueron hacendados huaqueros. En estos tiempos son modestos rateros al acecho de los museos, esperando enganchar con el mundo de los coleccionistas de fuera.

En el 2004 fueron robadas tres telas Paracas al museo regional de Ica. En el 2009 le robaron dos mantos más. Este año la policía capturó en Pisco a un sujeto que se había robado otras dos piezas. Es notorio que museos e iglesias del Perú no cuentan con seguridad a la altura de los tesoros que contienen. Algo que no pasa inadvertido en el exterior.

El fondo de los primeros argumentos de la ciudad de Gotemburgo se parece a la respuesta de Yale: las piezas son frágiles y están mejor atendidas donde están, con más posibilidades de ser estudiadas. Casi se implica que en el Perú sufrirán deterioro por la incuria de las autoridades, y de pronto hasta un nuevo ciclo de robos.

Hubo un tiempo en que esto podía ser cierto. Cada vez lo es menor. A partir de los años 90 el turismo ha propiciado aquí la construcción de museos y la formación de colecciones. Digamos que la parte más importante del patrimonio artístico y arqueológico está bien cuidada, y se invierte dinero en su mantenimiento.

Volviendo a Suecia. Enjuiciar al municipio de Gotemburgo no equivale a declararle la guerra a todo el país, de modo que los intercambios culturales no tienen por qué continuar. Además ellos serían la demostración frente a la comunidad mundial de que el Perú es perfectamente capaz de dar buen uso de su tesoro arqueológico.

Fonte: http://www.larepublica.pe/12-08-2011/paracas-tela (12/08/2011)

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