Proyecto Templo Mayor, tras las huellas del esplendor mexica

DEPÓSITOS RITUALES. En torno al monolito de la Tlaltecuhtli, hallada en el predio de las Ajaracas, se han descubierto 33 ofrendas desde marzo de 2007 (Foto: CORTESÍA JESÚS LÓPEZ-PROYECTO TEMPLO MAYOR)

En 33 años de trabajo en el recinto sagrado de Tenochtitlan se han localizado numerosas esculturas, casi 170 ofrendas y 16 edificios, de 78 que citan las fuentes históricas.

Por Abida Ventura | El Universalabida.ventura@eluniversal.com.mx

El hallazgo del monolito de la diosa Coyolxauhqui en febrero de 1978 fue el detonante de una serie de exploraciones arqueológicas que, paso a paso, han transformado el Centro Histórico de la capital mexicana.

En 33 años, el Proyecto Templo Mayor, emprendido por el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, ha rendido una serie de frutos: 16 edificios de un total de 78 que, según las crónicas de fray Bernardino de Sahagún, había en el interior del recinto sagrado de Tenochtitlan; diversas piezas escultóricas, como la de la diosa Tlaltecuhtli y alrededor de 170 ofrendas son los resultados obtenidos hasta hoy, tras siete largas temporadas de excavaciones que un grupo de arqueólogos y especialistas realizan en esa área con el objetivo de “reconstruir la vida religiosa y política de la capital del imperio Mexica”.

Cada hallazgo, explica Leonardo López Luján, actual director del proyecto, otorga paulatinamente “piezas” a un gigantesco “rompecabezas arqueológico” que, considera, “nunca se logrará completar”, pues para lograr una radiografía completa de lo que fue la gran Tenochtitlan falta por explorar muchos edificios y plazas. “Entre ellos sería interesante algún día encontrar el manantial y el bosquecillo sagrados que mencionan las fuentes del siglo XVI”, comenta el arqueólogo.

Entre las piezas clave, el arqueólogo que ha dirigido las últimas cuatro temporadas de trabajo, destaca el Huey Teocalli o Coatépec, pirámide doble dedicada al dios solar Huitzilopochtli y al dios de la lluvia Tláloc, la Casa de las Águilas, los Templos Rojos, el Huey Tlachco o cancha mayor de juego de pelota, el Calmécac, el Templo del dios Ehécatl, así como el reciente hallazgo de un Cuauhxicalco, justo enfrente del Templo Mayor, que funcionaban como plataforma sobre la que se efectuaban ceremonias de carácter público.

Pero además, en torno a esta serie de edificios prehispánicos se han localizado pequeños adoratorios, esculturas, pinturas murales y cantidad de ofrendas. Hasta ahora, afirma López Luján, se han localizado 170 ofrendas.

La esquina de los tesoros
Por su ubicación frente a las ruinas del Templo Mayor y por la cantidad de información que ha arrojado, un área neurálgica en este proyecto es el solar que ocupó el Mayorazgo Nava Chávez, en la esquina de Argentina y Guatemala, predio conocido como Las Ajaracas.

Los trabajos de la séptima temporada, que comenzaron en 2007 con un presupuesto de 600 mil pesos y que ahora tiene asignado 2.5 millones de pesos, se han centrado en ese predio, donde fueron demolidos dos edificios coloniales que habían sido dañados por el terremoto de 1985.

El detonante fue el hallazgo en 2006 del monumento escultórico mexica más grande hasta ahora conocido: la Tlaltecuhtli o diosa de la tierra.

Ese descubrimiento, explica López Luján, reiteró la importancia de esa área en la que, según las crónicas del historiador indígena Hernando Alvarado Tezozómoc, del fraile dominico Diego Durán y del soldado español Bernal Díaz del Castillo, pudieron ser cremados los cadáveres reales de al menos tres soberanos mexicas: Axayácatl, Tízoc y Ahuítzotl.

López Luján comenta que fue en un edificio contiguo llamado Cuauhxicalco, donde se inhumaron las cenizas resultantes junto con ricas ofrendas y los cuerpos de los servidores sacrificados para la ocasión. Y aunque el hallazgo en septiembre pasado de un edificio circular en la intersección de las calles de Argentina y Guatemala pudiera ser ese Cuauhxicalco, el investigador es tajante al afirmar que aún no existen evidencias arqueológicas que confirmen la cremación. “Apenas apareció el edificio y solamente se han liberado parte de sus fachadas. Habrá que explorar su interior, pero eso tardará porque el colector de 1900 lo partió en dos, y porque hay varias líneas de agua, drenaje y una subestación de electricidad que aún no se han retirado; nuestro trabajo depende mucho de ello.

“La búsqueda de los sepulcros que contendrían los restos óseos cremados de los soberanos mexicas continúa. Se excavan varios pozos y túneles para corroborar o desechar esta hipótesis basada en los documentos históricos del siglo XVI”, afirma. Añade que a lo largo de los últimos meses se han encontrado indicios reveladores: “Uno de los más sugerentes es el hallazgo de esqueletos de aves relacionadas con el Sol, el rey y los guerreros muertos en batalla. Ese es el caso del tlauhquéchol o ibis espatulado, cuyos restos solamente han sido detectados al pie del Templo Mayor y en torno al monolito de la Tlaltecuhtli”.

Los trabajos de excavación en ese predio, donde además se planea la construcción de un museo dedicado a la diosa de la Tierra, ha sido de gran importancia. “En torno al monolito de la Tlaltecuhtli se han descubierto 33 ofrendas entre marzo del 2007 y esta semana. De estos depósitos rituales se han extraído más de 32 mil objetos, lo que demuestra no sólo la enorme importancia religiosa del área que se está explorando, sino también el indiscutible poderío político y económico del imperio mexica”, dice el arqueólogo.

Tan sólo en esta temporada, López Luján asegura que han aparecido restos botánicos de algodón, chía, amaranto, calabaza, copal y pencas de maguey. Entre los animales recuperados se encuentran cangrejos, langostinos, estrellas de mar, huachinango y águila arpía. También se han exhumado pumas, lobos, monos arañas, águilas reales, peces sierra y miles de conchas, caracoles y corales. De los artefactos destacan cuchillos de pedernal, punzones y púas de autosacrificio, cuentas de piedra verde, máscaras de madera, imágenes de basalto y ollas de cerámica.

Pero asegura que el descubrimiento más espectacular fue el que se hizo en 2008, en un pequeño túnel al poniente del lugar que ocupaba la Tlaltecuhtli: la ofrenda 126. Una caja que contenía alrededor de 14 mil objetos. “Este es, sin lugar a dudas, el depósito ritual más rico en la historia de la arqueología mexica”, destaca López Luján.

Otro hallazgo trascendental, añade, fue el del esqueleto de un cánido -un perro o un lobo- que fue enterrado con dos orejeras de mosaico de turquesa, un collar de cuentas de jadeíta, un cinturón de caracoles marinos y ajorcas de cascabeles de oro. Esto sugiere que el animal pudo ser enterrado como servicio de guía para el alma de su amo, un personaje de importancia como un soberano, hacia el inframundo.

Ventanas al pasado

A la par de los trabajos que lleva a cabo López Luján en el predio de las Ajaracas, el equipo del Programa de Arqueología Urbana (PAU), encabezado por el arqueólogo Raúl Barrera, trabaja en torno a dos edificios prehispánicos localizados en la calle de Guatemala: los restos de un Calmécac, en el sótano del Centro Cultural de España y restos de un templo dedicado al dios Ehécatl, en los terrenos del Hotel Catedral. El equipo de Raúl Barrera trabaja también en la consolidación de una parte del Cuauhxicalco, hallado en el extremo norte de la Plaza Gamio, sitio en el que el INAH construye un nuevo vestíbulo subterráneo de acceso a la Zona Arqueológica del Templo Mayor.

Aunque cada hallazgo sugiere que este equipo de investigadores está cada vez más próximo a las tumbas de los soberanos mexicas, Leonardo López Luján advierte que faltan muchos meses más de trabajo de campo y años de labores en el laboratorio.

Fonte: http://www.eluniversal.com.mx/cultura/66678.html (16/10/2011)

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