Persiste el saqueo de piezas mayas

Los saqueos persisten en las antiguas ciudades mayas, lo cual es un mayor dolor de cabeza para los arqueólogos, quienes dan cuenta de esta pérdida del patrimonio cultural y la desaparición irreparable de trozos de historia, que vulnera el derecho de los guatemaltecos a conocer sus raíces.

POR ALBERTO RAMÍREZ ESPADA

Durante la edición 24 del Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, que concluyó el viernes recién pasado, todas las ponencias relacionadas con los estudios en sitios arqueológicos exponen como mal común el daño que causan los saqueadores de tesoros mayas.

Philippe Nondedeo, del proyecto en Naachtún, Petén —apoyado por las universidades Calgary, de Canadá, y San Carlos—, refiere que el método de saqueo es perforar paredes de los edificios mayas hasta llegar al interior de las estructuras u horadar pisos, en busca de posibles ofrendas que se encuentren en tumbas como vasijas u otros objetos, que se pueden vender en el mercado negro.

Solo en Naachtún se han contabilizado de 300 a 500 saqueos, que han dañado templos y otros monumentos por décadas.

“Hemos encontrado trincheras en las cuales los saqueadores dejan material clasificado, separan las piezas de pedernal, de obsidiana, cerámica y objetos policromados; es como si los ladrones hubieran trabajado en proyectos arqueológicos”, enfatiza el investigador.

Lo peor de todo es que continúa. “Más que una amenaza es una realidad que está ahí; existe el saqueo desde hace más de 30 años, y encontramos evidencia de saqueos de hace seis meses en Naachtún”, asevera.

Blanco de robos
De acuerdo con James Doyle, arqueólogo del proyecto El Zotz, Petén, al explorar el sitio El Palmar, ubicado en San Miguel La Palotada, en ese departamento, encontró evidencia de que fue una fuente de pedernal, y en las excavaciones se hallaron restos de jadeíta azul y obsidiana llevada desde lugares lejanos. Este lugar tiene un paisaje impresionante y edificaciones interesantes, que lo convirtieron en blanco de saqueos incluso en tiempos recientes.

Ernesto Arredondo, del proyecto arqueológico Sahi-Uaxactún, Petén, señala que solo en esa área se han detectado 525 saqueos, que han dejado daños graves como el corte o destrucción de estelas.

Según Héctor Mejía, del proyecto El Mirador, Petén, al investigar las poblaciones que se asentaron en esa región, cubrieron 82 kilómetros cuadrados, en donde descubrieron 554 saqueos.

Cristina Vidal, del proyecto arqueológico La Blanca, describe como “saqueo atroz” la excavación hecha por ladrones en el sitio El Chilonché, Petén, en la cual dañaron un impresionante mascarón de 3.5 metros de largo, por 2.5 de ancho y 1.5 de grosor, que fue perforado para ver si contenía piezas pequeñas de valor.

Impactos de los saqueos
Nondedeo explica que para los arqueólogos un sitio saqueado implica ausencia de información, ya que quedan vacíos en la historia del lugar, y el científico debe literalmente imaginar lo que había.

Agrega que en una zona saqueada es imposible explorar el ritual que supuso colocar la ofrenda funeraria y se pierde la relación que existe entre los objetos hallados.
En un intento por recuperar toda la información posible, los investigadores estudian la trinchera de saqueo para tratar de establecer la composición del terreno o recuperar los fragmentos de cerámica que desprecian los ladrones. Su objetivo es recolectar la mayor cantidad de datos antes de cerrar la zanja.

Tomás Barrientos, arqueólogo de la Universidad del Valle, afirma que el robo de una pieza conlleva la pérdida de la información relacionada con esta, puesto que no se puede determinar su origen.

Un caso ejemplar es el llamado Panel de Dallas, Texas, que fue a parar a un museo de esa ciudad hace décadas y cuya ubicación original se desconocía.

No fue sino en época reciente, tras investigaciones en el sitio arqueológico La Corona, situado en el corredor biológico de la Reserva de la Biosfera Maya, que se estableció la pertenencia del referido panel a este lugar. Además, se descubrió que hace referencia a princesas mayas, confirma Barrientos.

Héctor Escobedo, arqueólogo y viceministro de Cultura, considera que aunque todos los sitios arqueológicos corren riesgo, el área más depredada es Petén.
El funcionario asegura que los saqueos han disminuido gracias a la mayor vigilancia de las autoridades y a que se destinan más recursos para contratar guardaparques que patrullan esos lugares.

Los expertos coinciden en que existe gran cantidad de piezas y templos que aún no se han descubierto, lo cual es una esperanza de encontrar más información, aunque afrontan un reto inquietante: hallarla antes que los ladrones.

Fonte: www.prensalibre.com/noticias/ (25/07/2010)

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