La lista Roja de antigüedades peruanas en peligro

Por: Angélica Gallón Salazar

Este jueves se presenta en Colombia un decálogo que tipifica los bienes culturales más amenazados por el tráfico ilegal.

Todos esculcaron la maleta. Escáneres y agentes de aduanas abrieron cremalleras, pusieron perros con poderosos olfatos y revisaron la lona hasta la saciedad. No vieron más que ropa y unos insignificantes muñequitos que supusieron no eran más que réplicas y artesanías baratas que el pasajero llevaba como souvenir. Sólo quedaba un filtro y la maleta cargada, en realidad, con algo más de 65 piezas arqueológicas peruanas, coronaría las fronteras, saldría al mercado ilegal internacional, y luego esas piezas serían compradas por alguna casa de subastas, que se haría la de la vista gorda ante su dudosa procedencia, y terminaría vendiéndolas por miles de millones de dólares. Sólo quedaba un filtro para pasar y la maleta sería sólo una más de esas miles que engrosan las listas del mercado ilegal de bienes culturales del mundo, que ocupa el tercer puesto del mercado ilícito más lucrativo y expandido después de los del tráfico de drogas y la trata de personas.

Esta vez la historia de la maleta, muy a pesar de los sagaces traficantes, no llegó a feliz término. Un agente de policía armado con la ‘Lista Roja de antigüedades peruanas en peligro’, un pequeño manual de ocho páginas de color rojo y lleno de imágenes de apariencia antigua, no tardó en reconocer que esos figurines, algo feos y destartalados, contenidos en la maleta, guardaban una similitud pasmosa con uno de los prototipos que aparecían entre uno de los tesoros más saqueados de las ricas tierras del Perú.

El pequeño manual —la roja heroína de esta historia— fue publicado en Perú en 2007 por el Icom (Consejo Internacional de Museos) y ha sido publicado en otros ocho países, como Camboya, Haití, Iraq y Afganistán, que por guerras, saqueos, desastres naturales o desatención gubernamental han sido víctimas históricas de depredación de sus patrimonios culturales.

Hoy, después de un arduo trabajo de cooperación con el Ministerio de Cultura, Colombia se convierte en el décimo país en contar con esta lista, que busca tipificar los bienes que más corren peligro por ser los más apetecidos en el mercado internacional.

“Lo primero que sufre cualquier nación cuando hay una invasión o una guerra, es el robo descarado de sus tesoros culturales, ya sea por los invasores o por los habitantes del mismo país, y ante ese saqueo no había ninguna defensa, por eso desde el año 2000, con la publicación de un decálogo de los bienes más robados y comerciados ilegalmente de África, hemos trabajado con estas listas rojas, que son una alerta para las naciones, la policía, los agentes de aduana, las galerías, los comerciantes de arte y las casas de subasta”, explica el presidente del Comité Colombiano del Icom, Gustavo Adolfo Ortiz, quien añade: “en el caso de la Lista Roja colombiana se hizo un reconocimiento de bienes prehispánicos, así como de bienes de la Colonia y la República, un poco en concordancia con la ley nacional que prohíbe la exportación y salida del país de cualquier bien cultural producido antes de 1929”.

Las piezas prehispánicas de oro y plata son sin duda de las más apetecidas por la mafia ilegal, pero lo son también objetos menos ostentosos, como los cuadros de las iglesias, unos sitios que resultan especialmente vulnerables por estar sin vigilancia, igual que los implementos litúrgicos, las bacinillas, escupideras y potes de farmacia, las vasijas de cerámica, los documentos antiguos y manuscritos de bibliotecas e incluso los libros de coro eclesiásticos, cuyas letras capitales en miniatura recubiertas con hilos de oro son un verdadero tesoro portátil. Pero además no pueden ser vendidos ni salir del país objetos de medición, ni billetes y monedas producidos antes de esta fecha.

“Estos objetos son valiosos en el mercado internacional, en primera medida por su valor histórico, por ser antigüedades inimitables que además desvelan los valores de una cierta zona del mundo, pero está también el valor intrínseco de la pieza, ya sea porque es en oro, plata o un tallado o un tejido especial; finalmente el valor se incrementa a través del tráfico ilegal, porque no es lo mismo esa pieza puesta en Suecia o en Nueva York que en su lugar de origen. Es igual a lo que sucede con la droga” , explica Ortiz.

La Lista Roja de Colombia, que describe textiles, objetos de orfebrería, madera, restos paleontológicos y humanos, se convierte en una herramienta adicional a la Convención de la Unesco de 1970, de la que Colombia es signataria, y a las leyes nacionales para luchar en contra de este tráfico que ha llevado incluso estatuas de media tonelada de San Agustín a Europa, o que fue el responsable del saqueo de Malagana, en Bolívar.

“Son pocos los esfuerzos que hagamos para evitar que nuestro patrimonio sea sacado y comercializado por fuera del país, porque una vez cruzadas las fronteras será muy difícil recuperar las piezas”, explica Diego Herrera, director del ICAN (Instituto Colombiano de Antropología e Historia). “Aunque muchas veces desde el ICAN les mandamos cartas de protesta a las casas de subastas que van a vender piezas que pertenecen al tesoro de nuestra nación, que necesariamente han tenido que salir de forma ilegal, las subastadores e incluso los mismos países nos exigen mostrar pruebas de su procedencia, de que efectivamente fueron robadas y de que fueron sacadas del país después de 1970, cuando empezó a operar la convención, y esas son pruebas casi imposibles de conseguir”.

Este manual de ayuda rápida, que no tiene un lenguaje científico, sino más bien descriptivo, además de ser una alerta internacional es también un argumento para que las casas de subastas o comerciantes no tengan excusas de decir que no sabían que eso que están vendiendo era patrimonio, porque ahora muchos de esos objetos quedan tipificados y expuestos. Se imprimirán 10.000 ejemplares. Con suerte irán a parar a los bolsillos de perspicaces agentes aduaneros, que en cinco idiomas podrán decir “esto no sale del país, porque está en la Lista Roja”.

Período prehispánico
16.000 a.c - 1600 d.cDe este período la Lista Roja incluye artefactos tallados en piedra, collares, máscaras y pectorales. También utensilios como volantes de huso, ralladores, coladores y vasijas. Momias recubiertas con telas o máscaras o huesos sueltos o contenidos en urnas funerarias de cerámica. Además, ornamentos de oro, tumbaga (cobre y oro) y otras aleaciones, ya sean fundidos, martillados o soldados, con representaciones de formas animales y humanas.
Colonia y República

(Siglo XVI - mediados del siglo XX)
En esta sección, la lista que busca evitar el tráfico de bienes materiales tipifica objetos como piezas decoradas con iniciales, leyendas o imágenes de escenas o retratos; cristalería tallada y coloreada. Se destacan vajillas, bandejas, aguamaniles, centros de mesa, lámparas y floreros.

Fonte: http://www.elespectador.com/impreso/cultura/articulo-255890-lista-roja-de-antigueedades-peruanas-peligro (09/03/2011)

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