El “arqueotráfico”, una amenaza al patrimonio cultural peruano
El arqueólogo Walter Alva explica por qué el saqueo continúa siendo un problema muy grave en su país.
Abida Ventura Envidada | El
Universalabida.ventura@eluniversal.com.mx
REFORMAR. Alva sostiene que se penaliza el saqueo, pero no la posesión de objetos arqueológicos, al permitirse que haya coleccionistas (Foto: ABIDA VENTURA EL UNIVERSAL)
CHICLAYO, PERÚ.- El tráfico de obras de arte arqueológicas tiene un gran impacto en el mercado negro, y se ubica tan sólo después del narcotráfico y el tráfico de armas, considera el arqueólogo peruano Walter Alva, descubridor de la tumba del Señor de Sipán, uno de los logros arqueológicos más importantes del siglo XX por ser la primera tumba intacta de un gobernante del antiguo Perú.
Entrevistado en el marco de una visita al Museo de las Tumbas Reales del Señor de Sipán, el también director del recinto afirmó que el “arqueotráfico” es una realidad que muchos países pretender ignorar, pero que representa un problema para los países con gran riqueza patrimonial como México y Perú.
Walter Alva, quien encabezó el proyecto de intervención en el sitio arqueológico de Sipán para evitar el saqueo de ese yacimiento ubicado al norte de Perú, explica que se trata de un problema difícil de erradicar porque se encuentra a diversos niveles: desde los campesinos que por necesidad y desconocimiento venden una pieza de arte prehispánico, hasta los grandes coleccionistas, quienes, según Alva, deben ser los únicos culpable: “el primer eslabón son los campesinos, quienes por no conocer el significado de los objetos saquean las tumbas, pero los verdaderos culpables son los traficantes porque ofrecen a la gente pobre comprarles las piezas a elevados precios”.
Luchar contra este fenómeno, dice, implica un trabajo de difusión y concientización en las comunidades. Sin embargo, explica que en Perú hasta ahora lo que se ha logrado es una labor permanente de vigilancia: “El saqueo ha disminuido, hemos tenido programas de grupos de protección arqueológica, hacemos charlas en los pueblos donde sabemos que hay costumbres de saqueo o huaqueros actuando. Además, la policía hace su trabajo detectando lo que hay en el mercado, mientras que la otra lucha es en el exterior, identificando las piezas para luego hacer reclamos legales de repatriación”, dijo.
Según el arqueólogo, desde el hallazgo de la tumba del Señor de Sipán se ha desarrollado un trabajo de coordinación con las autoridades norteamericanas para luchar contra el tráfico de obras de artes prehispánicas y promulgar leyes para proteger el patrimonio. Recordó que el primer paso se dio en 1988, cuando en Los Ángeles, Estados Unidos, la aduana norteamericana recuperó varias piezas arqueológicas, caso que concluyó en 1990 con la promulgación de una ley federal de emergencia para proteger los objetos de Sipán, llamada “Ley Sipán”, prorrogada hasta 1997, en que gracias al esfuerzo conjunto de ambos países se suscribió un memorándum de entendimiento.
Saqueo interminable
El convenio suscrito es que las piezas saqueadas del sitio arqueológico de Sipán no deben entrar a Estados Unidos. Alva señala, sin embargo, que a pesar de los acuerdos, el tráfico de arte prehispánico hacia esa nación se sigue dando. “Ahora se tienden puentes: llevan las piezas a Europa y después logran ingresarlas a Estados Unidos”, dice.
Tal como el caso que se dio en 1995, cuando la Aduana Norteamericana incautó un cargamento de 208 piezas enviadas del Perú a Europa entre las cuales se encontraban 4 ornamentos metálicos de Sipán: una cabeza felínica de cobre dorado, un sonajero ritual de oro con la representación del “Aí-Apaec”, una cabeza de zorro en cobre dorado y un pectoral formado por 150 cuentas esféricas y 10 conos, las cuales son piezas muy valiosas.
Destacó que entre las objetos más importantes que el museo ha recuperado hasta ahora, es un protector coxal de oro que pretendía ser vendido por un millón 600 mil dólares en la Unión Americana y que el FBI recuperó. Esta pieza de oro que constituyó uno de los más representativos emblemas jerárquicos de los señores Mochicas fue entregado por el gobierno norteamericano a Perú en 1998 y ahora se exhibe en una de las vitrinas del Museo de Tumbas Reales del Señor de Sipán.
“El nivel en que está infiltrado está mafia es de lo más alto”, afirma Alva al relatar que esa pieza de oro fue sacada del Perú por un ex coronel de la policía peruana, luego la habían comprado dos empresarios peruanos, uno de ellos gerente de un banco na cional, quienes querían venderla en Estados Unidos. Después la pieza ingresó en valija diplomática desde Panamá a Estados Unidos.
“Ese es el nivel en que se mueve, estamos hablando de una magia blanca, de muy alto rango. No son traficantes cualquiera”, dice.
Cuestionado por la regulación contra el saqueo de arte prehispánico en Perú, el arqueólogo señala que existe una, pero con muchos vacíos y ambigüedades. Por ejemplo, dice, se penaliza el saqueo y el tráfico de arte, pero no se penaliza la posesión de objetos arqueológicos, se permite que haya coleccionistas. “Es como si tuviéramos una ley donde se permite el consumo de drogas pero se penaliza su fabricación”, sostiene. “Los verdaderos culpables son los coleccionistas y traficantes, no podemos hacer nada contra ellos porque hasta cierto punto están protegidos por la ley, basta con que ellos declaren y regularicen sus colecciones y ya es legal todo”, afirma.
Alva recuerda el caso “indignante” de un coleccionista italiano que vive en Lima y que registró varias piezas arqueológicas provenientes de Sipán con el fin de legalizar su colección y lo logró con éxito.
El caso de repatriación de bienes culturales más reciente en Perú, explicó Walter Alva, fueron los bienes culturales decomisados en España, Estados Unidos y Suecia, que formaron parte de la colección del costarricense Leonardo Patterson y que pretendían ser vendidos.
Se trata de 574 valiosos objetos de oro, cerámica y madera, así como textiles de las culturas Mochica, Wari, Vicus, Recuay, Nazca, Paracas, Chanchay, Moche y Cuisquinique. Es una colección impresionante, tiene objetos de diversas culturas y todo iba ser producto de una venta. El afán de muchos coleccionistas es prestar sus piezas para una muestra porque al momento de exhibirla y sacarla en catálogo ya está blanqueada, como dinero del narcotráfico”, afirma Alva.
Fonte: http://www.eluniversal.com.mx/cultura/65752.html (26/06/2011)
Abida Ventura Envidada | El
Universalabida.ventura@eluniversal.com.mx
REFORMAR. Alva sostiene que se penaliza el saqueo, pero no la posesión de objetos arqueológicos, al permitirse que haya coleccionistas (Foto: ABIDA VENTURA EL UNIVERSAL)
CHICLAYO, PERÚ.- El tráfico de obras de arte arqueológicas tiene un gran impacto en el mercado negro, y se ubica tan sólo después del narcotráfico y el tráfico de armas, considera el arqueólogo peruano Walter Alva, descubridor de la tumba del Señor de Sipán, uno de los logros arqueológicos más importantes del siglo XX por ser la primera tumba intacta de un gobernante del antiguo Perú.
Entrevistado en el marco de una visita al Museo de las Tumbas Reales del Señor de Sipán, el también director del recinto afirmó que el “arqueotráfico” es una realidad que muchos países pretender ignorar, pero que representa un problema para los países con gran riqueza patrimonial como México y Perú.
Walter Alva, quien encabezó el proyecto de intervención en el sitio arqueológico de Sipán para evitar el saqueo de ese yacimiento ubicado al norte de Perú, explica que se trata de un problema difícil de erradicar porque se encuentra a diversos niveles: desde los campesinos que por necesidad y desconocimiento venden una pieza de arte prehispánico, hasta los grandes coleccionistas, quienes, según Alva, deben ser los únicos culpable: “el primer eslabón son los campesinos, quienes por no conocer el significado de los objetos saquean las tumbas, pero los verdaderos culpables son los traficantes porque ofrecen a la gente pobre comprarles las piezas a elevados precios”.
Luchar contra este fenómeno, dice, implica un trabajo de difusión y concientización en las comunidades. Sin embargo, explica que en Perú hasta ahora lo que se ha logrado es una labor permanente de vigilancia: “El saqueo ha disminuido, hemos tenido programas de grupos de protección arqueológica, hacemos charlas en los pueblos donde sabemos que hay costumbres de saqueo o huaqueros actuando. Además, la policía hace su trabajo detectando lo que hay en el mercado, mientras que la otra lucha es en el exterior, identificando las piezas para luego hacer reclamos legales de repatriación”, dijo.
Según el arqueólogo, desde el hallazgo de la tumba del Señor de Sipán se ha desarrollado un trabajo de coordinación con las autoridades norteamericanas para luchar contra el tráfico de obras de artes prehispánicas y promulgar leyes para proteger el patrimonio. Recordó que el primer paso se dio en 1988, cuando en Los Ángeles, Estados Unidos, la aduana norteamericana recuperó varias piezas arqueológicas, caso que concluyó en 1990 con la promulgación de una ley federal de emergencia para proteger los objetos de Sipán, llamada “Ley Sipán”, prorrogada hasta 1997, en que gracias al esfuerzo conjunto de ambos países se suscribió un memorándum de entendimiento.
Saqueo interminable
El convenio suscrito es que las piezas saqueadas del sitio arqueológico de Sipán no deben entrar a Estados Unidos. Alva señala, sin embargo, que a pesar de los acuerdos, el tráfico de arte prehispánico hacia esa nación se sigue dando. “Ahora se tienden puentes: llevan las piezas a Europa y después logran ingresarlas a Estados Unidos”, dice.
Tal como el caso que se dio en 1995, cuando la Aduana Norteamericana incautó un cargamento de 208 piezas enviadas del Perú a Europa entre las cuales se encontraban 4 ornamentos metálicos de Sipán: una cabeza felínica de cobre dorado, un sonajero ritual de oro con la representación del “Aí-Apaec”, una cabeza de zorro en cobre dorado y un pectoral formado por 150 cuentas esféricas y 10 conos, las cuales son piezas muy valiosas.
Destacó que entre las objetos más importantes que el museo ha recuperado hasta ahora, es un protector coxal de oro que pretendía ser vendido por un millón 600 mil dólares en la Unión Americana y que el FBI recuperó. Esta pieza de oro que constituyó uno de los más representativos emblemas jerárquicos de los señores Mochicas fue entregado por el gobierno norteamericano a Perú en 1998 y ahora se exhibe en una de las vitrinas del Museo de Tumbas Reales del Señor de Sipán.
“El nivel en que está infiltrado está mafia es de lo más alto”, afirma Alva al relatar que esa pieza de oro fue sacada del Perú por un ex coronel de la policía peruana, luego la habían comprado dos empresarios peruanos, uno de ellos gerente de un banco na cional, quienes querían venderla en Estados Unidos. Después la pieza ingresó en valija diplomática desde Panamá a Estados Unidos.
“Ese es el nivel en que se mueve, estamos hablando de una magia blanca, de muy alto rango. No son traficantes cualquiera”, dice.
Cuestionado por la regulación contra el saqueo de arte prehispánico en Perú, el arqueólogo señala que existe una, pero con muchos vacíos y ambigüedades. Por ejemplo, dice, se penaliza el saqueo y el tráfico de arte, pero no se penaliza la posesión de objetos arqueológicos, se permite que haya coleccionistas. “Es como si tuviéramos una ley donde se permite el consumo de drogas pero se penaliza su fabricación”, sostiene. “Los verdaderos culpables son los coleccionistas y traficantes, no podemos hacer nada contra ellos porque hasta cierto punto están protegidos por la ley, basta con que ellos declaren y regularicen sus colecciones y ya es legal todo”, afirma.
Alva recuerda el caso “indignante” de un coleccionista italiano que vive en Lima y que registró varias piezas arqueológicas provenientes de Sipán con el fin de legalizar su colección y lo logró con éxito.
El caso de repatriación de bienes culturales más reciente en Perú, explicó Walter Alva, fueron los bienes culturales decomisados en España, Estados Unidos y Suecia, que formaron parte de la colección del costarricense Leonardo Patterson y que pretendían ser vendidos.
Se trata de 574 valiosos objetos de oro, cerámica y madera, así como textiles de las culturas Mochica, Wari, Vicus, Recuay, Nazca, Paracas, Chanchay, Moche y Cuisquinique. Es una colección impresionante, tiene objetos de diversas culturas y todo iba ser producto de una venta. El afán de muchos coleccionistas es prestar sus piezas para una muestra porque al momento de exhibirla y sacarla en catálogo ya está blanqueada, como dinero del narcotráfico”, afirma Alva.
Fonte: http://www.eluniversal.com.mx/cultura/65752.html (26/06/2011)
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