Las Huacas de la Luna y el Sol

Juan Carlos Castresana

En el valle de Moche y al pie del Cerro blanco se estableció la ciudad de Moche, un gran centro de poder que creció entre los años 100 y 800 d.C. En ella destacan dos imponentes construcciones de adobe: el gran templo llamado Huaca de la Luna, y el edificio que fue la residencia de los gobernantes moches, conocido como la Huaca del Sol.

La costa peruana ha estado poblada desde hace más de diez mil años de manera continua. A lo largo del tiempo, los habitantes costeños formaron comunidades que tuvieron diferentes grados de complejidad. Alrededor del 100 después de Cristo comenzó a forjarse una organización política que vinculó a los valles norteños entre Piura y Huarmey, y que mantuvo unidad hasta el año 800 d.C. A esta organización los arqueólogos la llaman "Cultura Moche". Los moches fueron una sociedad sofisticada en la que el poder político estaba muy ligado a la religión, a la administración y al control del trabajo de expertos artesanos.

La huaca de la Luna está formada por dos edificios que funcionaron como templos: el templo viejo y el templo nuevo. El templo viejo creció y estuvo en uso entre los años 100 y 600 d.C. El templo nuevo fue construído en el 600 y estuvo en uso hasta el 800 d.C. Se ubica en la esquina nor-este del complejo, sobre la ladera del Cerro Blanco.

Existía una fuerte relación entre el Cerro Blanco, el cerro tutelar, el mar, el río y el desierto. Es por ello que los moches construyeron su templo en este lugar. La huaca de la Luna fue su "axis mundi", el eje de su mundo, donde simbólicamente se unía la tierra con el mundo superior, el de los dioses, y con el mundo de abajo, de sus ancestros, que precisamente eran enterrados al pie del templo.

Durante el funcionamiento del templo viejo, se transformó al menos en cinco ocasiones. En cada renovación, el edificio se rellenaba con adobes, y se daba forma a uno nuevo que en gran manera repetía la forma del edificio anterior. En otras palabras, hay cinco edificios semejantes uno encima de otro de manera superpuesta. El templo fue creciendo en altura y volumen hasta sus actuales dimensiones. Estas renovaciones no se hacían para reconstruir un edificio deteriorado, sino porque los moches repetían un estilo arquitectónico que consideraban sagrado.

Los moches fueron una cultura pre-Inca. Extinta para cuando los españoles llegaron y conquistaron el Imperio Inca. Poco se sabe de la suerte de la población. Pero ante la dureza del imperio que los conquistó, no dejó gran cosa. Hoy en día los trabajos de restauración se llevan a cabo minuciosamente para sacar estos tesoros a la luz. No hace ni tres meses han abierto un museo a escasos cien metros de la huaca de la Luna, en el que se observan los restos hallados en el templo. Una visita imprescindible e interesante.

Fonte: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/12/17/baleares/1292579561.html (17/12/2010)

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